Recientemente, Estados Unidos y el Reino Unido impusieron nuevas sanciones económicas a la industria petrolera rusa, lo que provocó la suspensión de las operaciones de varios petroleros. Según los informes, los petroleros están fuera de servicio en varios puertos de todo el mundo, la mayoría de ellos situados en el mar Báltico y cerca del Lejano Oriente ruso. Las sanciones se dirigen específicamente a los llamados «buques sombra», un grupo de petroleros envejecidos utilizados a menudo para eludir las sanciones, que suman más de 180 en total. Algunas fuentes afirman que algunos de los buques han participado en el transporte de petróleo iraní a China.
A medida que aumenta la demanda de buques no autorizados, suben los precios de los petroleros, lo que repercute en el precio final del barril de petróleo. Petrobras se ha convertido así en uno de los factores a tener en cuenta a la hora de ajustar los precios del combustible. Además, las sanciones han afectado a los dos mayores productores de petróleo de Rusia, Gazprom y Surgutneftegaz, y a decenas de sus filiales, que producen más de un millón de barriles de petróleo al día y tienen unos ingresos anuales estimados de 23.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, también se ha sancionado a decenas de funcionarios rusos del sector de la energía y ejecutivos de empresas, lo que ha endurecido aún más las restricciones a la industria petrolera de Moscú.
Las sanciones han tenido un impacto de gran alcance en el mercado mundial del petróleo, con interrupciones en las operaciones de los petroleros y subidas de precios en el punto de mira. En el futuro, a medida que continúen las sanciones, se espera que traigan más incertidumbre a la industria petrolera rusa y a los mercados energéticos mundiales.