El Gobierno japonés aprobó el martes una nueva política climática, un plan energético y una política industrial destinados a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040, al tiempo que garantiza la estabilidad del suministro energético y mejora la capacidad industrial para impulsar el crecimiento económico.
Con la nueva política climática, Japón pretende reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 60% respecto a los niveles de 2013 para 2035 y en un 73% para 2040. Además, mantiene su objetivo para 2030 de reducir las emisiones en un 46%. A pesar de los llamamientos de expertos y miembros de la coalición gobernante a favor de objetivos de reducción de emisiones más elevados, el gobierno decidió finalmente mantener los objetivos actuales, habida cuenta de la posición de Japón como quinto emisor de carbono del mundo y de su dependencia de los combustibles fósiles.
Más del 80% de los más de 3.000 comentarios públicos apoyaban el establecimiento de un objetivo más ambicioso, pero el objetivo final no se ajustó alegando que se basaba en debates previos entre expertos en clima. Japón tiene previsto presentar este mes a la ONU su nuevo objetivo de Contribución Nacional al Acuerdo de París.
La política energética revisada establece el objetivo de que las energías renovables representen el 50% del mix eléctrico de Japón para el año fiscal 2040, mientras que la energía nuclear supondrá el 20%. La cuota de energía nuclear en Japón ha sido baja desde el accidente nuclear de Fukushima en 2011 y sólo representará el 8,5% del suministro eléctrico en 2023. El nuevo plan anula los objetivos anteriores de reducir la dependencia de la energía nuclear y propone construir reactores de nueva generación.
El Consejo de Ministros también aprobó una nueva estrategia nacional que integra la descarbonización y las políticas industriales hasta 2040, con el objetivo de desarrollar agrupaciones industriales en zonas ricas en energías renovables, nucleares y bajas en carbono.
Sin embargo, la incertidumbre política y los problemas inflacionistas y de altos costes a los que se enfrenta el mercado nacional de la energía eólica marina han suscitado inquietud sobre el crecimiento de las energías renovables. La reciente consideración por parte de Mitsubishi de tres proyectos nacionales demuestra este reto. Al mismo tiempo, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París y su postura negativa sobre las energías renovables ha repercutido en los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones.